Wednesday, 30 December 2009

La Gran Roca Gorda

N. del E.: Transcribimos a continuación íntegramente un manuscrito que fue encontrado entre los documentos de Carlos Dan, probablemente relativo a su afán coleccionista de artefactos indígenas. En este caso, seguramente describiendo una roca de gran porte. Faltan algunas partes en el original.

"[...]encontramos en su parte distal un basamento con pronunciados negativos de lascado, que se van volviendo más agudos a medida que nos aproximamos a su parte proximal. Aquí podemos ver un bulbo de percusión que sobresale en forma de bola protuberante, con un punto de percusión en forma de cabeza de chancho, del cual se han extraído varias lascas para dar forma a lo que técnicamente llamamos: La Gran Roca Gorda"

Wednesday, 23 December 2009

Latin proprius indexata

Óleo en el que se muestra a R. Antuán y Carlos Dan gozando de una buena comida en familia, una de esas tantas que solían disfrutar en la posada Andorra.

R. y Carlos supieron celebrar la lengua muerta como pocos. En sus repetidos encuentros en la posada Andorra pasaban largas horas recitando, dialogando y discutiendo el Latín. Como ninguno de los dos tenía formación en dicho idioma, lo que pensaban tenía sentido resultaba una absoluta estupidez para los oyentes. Salvo para Olga, moza del recinto, que ya los conocía bien y sabía que esas aparentes frases inocuas escondían la más pura sabiduría eclesiástica.

Ciertas teorías sostienen que en el fondo los dos amigos sabían que hacían alarde de una presunta intelectualidad que jamás llegaría a ser tal, como todos los que citan en Latín. Otros en cambio creen que ellos sabían a la perfección que lo que hacían no tenía sentido, siendo más bien una parodia a aquellos pretenciosos que sí se jactaban de saber Latín. La realidad es que ambos compadres eran tremendamente imbéciles y que esto era una simple diversión (para ellos).

Pese a que ambos disertaban sobre una base de sentido irrefutable en el idioma que efectivamente llamaban "Latín", quienes los escuchaban no reconocían en ese dialecto una (puta) palabra coherente. Es por este motivo que los queridos amigos discutidores llamaron a su estilo "Latín proprius".

A continuación, se transcribe una breve muestra sobre dichos documentos dialógicos en el más puro "Latín proprius":

C- Como decía el poeta: Vos parlarum admono teika.

R- Totalmente, mi camarada! Tal cual lo dijo Esipo en aquella velada de desenfreno y excesos: quid hesitatem pregonem nunc todum partitem nos.

C- Me trae a colación el concepto de Rueda del Mundo forjado por Miméstesis: Petra rodae rodae, situm sinópola varatum. Flatus dorita!

R- Exacto, veo que nos entendemos perfectamente. Como decía el gran Oplateatis: Tacsis tom tum erratica!

C- Idem! Volatus Icorum Annunciata!


R- Caldeas tirum protagomenos ethos pum.


C- EA!

R- EA Est!

C- Amnisticum Adem! Como dijo el gran orador Milósfanes de Creta!


R- Tractatus filaem tris tris non tris filotetum! Crostades arrumacum estival eram!
Como bien lo dijo Timoticles cuando se veia en apuros frente al ataque de los persas: Histerica Revolcata! Calamidates tuc ubi sunt captotum veritas virgine vagine castrataet porca quid tirate quo! Ac nos! Ac nos! Ac nos!


En ese mismo instante R. tuvo un ataque de epilepsia por la excitación que le provocaba haber recreado el idioma. Carlos dejó que pasara un rato, admirando cómo de la boca de R. salía espuma blanca y su rostro se ponía azul. Cuando ya hallóle suficientemente podrido y atorado, decidió asistirlo comprimiendo su abdómen con la clásica maniobra de Heimlich (quien por cierto aún no había nacido). R. se recompuso, continuando con su diálogo:

R- Delenda Carthago, como decía el gran Catón! Vitrum lentinae plasticum sic, diría el bárbaro Cameramanos de Cruxis! Hisopos mundi pregonem! Alea Jacta Est! Como dice el supremo diácono Arbotantites, Tiritus tiritates tantum ergo tulio mic mortatem cvqvis! Como dijo la diosa Impliquea: Batallem et Oratio, militanta et gloriata sus! Verbum caro factum est! Caldeas calendas altruistas emma palitae! Carneamus et almidonamus aye aye caprinum sus. Tuneamus carretae et motitum! Como dice el estadista Adefesio de Priantis: Vit prudens non contraventum mingit. O: lucus temperamentum climata.

C- Bueno, tá.

R- ¡Caléndulas! ¡Cálcula! ¡Soporiferata! Veritas filia mendacii est! Oprobium patum laconicam recto! ¡Caléndulas alterata!!!

Luego de este último suspiro, R. dejó de respirar. Carlos logró contener su euforia ante tan maravilloso y magnánimo sufrimiento de su amigo y procedió a curar su asfixia con un par de sanguijuelas que llevaba consigo (como siempre) en su botiquín de emergencia.

Pagaron la cuenta a Olga y se fueron silbando bajo en el más grotesco hindú jamás hablado.