Eduard Anatolyevich Khil, el Palito Ortega soviético, un verdadero ejemplo de lo que es vivir en cuerpo y alma al sácerdot y todo lo que esta forma de vida implica. Un hombre que con su voz potente y abaritonada logró aproximarse a la grandeza y gloria bendita de nuestro magnánimo sácerdot. Él, un fiel patriota bolchevique que logró traspasar fronteras para llevar su mensaje de amor, solidaridad, jolgorio, alegría, bonhomía, bienaventuranza, café concert, orgullo, honor, y poder.
Un hombre digno, orgulloso de su origen y de la vida y todo lo que lo rodea. Un hombre con brío, con tenor, con barítono y bajo. Un hombre patriota. Sí: Patriota.
Con sus composiciones musicales logró recrear fielmente todo lo que el sácerdot quiso transmitir. Él mismo confesó haber recibido un mensaje divino en un sueño, donde el bellísimo rostro de nuestro sumo pontífice se le apareció y le encomendó: "debes transmitir con tu laringe lo que yo impartí con mi alma. No hay lugar para el amor eterno sin espíritus como el tuyo. Canta, hijo. Canta".
Ante tan claras órdenes de tan potente ser, Eduard se vio en la necesidad de componer textos en su honor.
Una maravilla de persona: humilde, sincero, sencillo, grandioso, brillante, perfecto, seductor, avasallante, milagroso, pomposo, carilindo, emocional y cómico.
Mírenlo pasearse orgulloso y varonil, con su sonrisa confiable, su regocijo en lo más humano y viril. Todo está en su postura, su semblante elegante, su arrogancia y elegancia, su clamor con calor. Es por tantas cualidades que hoy queremos darle un homenaje a tan cándido y hermoso ser.
Lejos está su vida del declive y la decadencia. Su éxito musical fue rotundo, con una canción que habla por si sola (llamada también la encarnación de la felicidad hecha melodía):
Tan exitosa fue su versión de la alegría, que rápidamente comenzó a difundirse por toda la Unión Soviética. Eduard fue llevado a interpretar esta maravillosa obra para toda la audiencia en el Servicio de Radiotelevisión y Difusión Noticiosa de Hammsrlick, pueblo donde grabó su primer sencillo para la Radiograbadora Sondorich.
El éxito fue rotundo. No hubo más que decir. Rápidamente se creó un monstruo catapultado al estrellato. Su nombre brillaba en toda la cartelería de los teatros más importantes de Moscú y Leningrado. Y su exitoso hit pasó a ser interpretado en casi todo el país comunista:
En esas canciones fue narrando episodios claves en la vida de nuestro sácerdot, como aquella vez que dio bendición a 1000 leprosos, o el concierto coral donde entrenó a 13 niños mudos para que canten en la celebración de la Virgen de Popova.
Sus melodías lo llevaron a pasar una vida de cruceros, lujo y cuba libre, como empleado de la gran cadena de navíos "Suvrimovitch" ("donde viajar es un placer que queremos darle"), con la flota más lujosa de toda la siberia. Allí se destacó con sus más sólidas composiciones, pero ninguna llegó a equiparar la grandeza de su hit primigenio.
¡Belleza pura!
¡Sublime!
¡Emocionante!
También se dedicó a narrar metáforas amorosas que, si bien no tenían un mensaje claro, muchos confían en que eran temáticas que variaban un poco sobre el mensaje profundo que quizo transmitir nuestro sácerdot... o algunas campañas promocionales para luchar por las causas justas de nuestro sácerdot, como esta en la que se encuentra incitando a la guerra y a que los jóvenes se recluten en la armada:
Esta campaña fue tan exitosa que más de 7 millones de jóvenes se enlistaron en las tropas. El problema fue que el campo de entrenamiento solo tenía capacidad para 50 mil soldados. Casi todos los restantes murieron de hambre y frío, al no haber un estructura edilicia suficiente.
Eduard intentó un un segundo hit con la-la-la, donde se adaptó a los tiempos que corren, con una impronta más fresca y juvenil:
Resultó tristísimo ver sus manotazos de ahogado en el intento de sobrevivir, pero por suerte el hambre nunca logró abatirlo: siempre encontró un alma caritativa que le ofreció pan a cambio de que cantara su hit. Así fue sobreviviendo los inviernos más crudos, alimentándose de la caridad de su amado pueblo.
Tuvo más intentos luego de estos, aunque no todos lograron el gran éxito de primer hit.
¡Cuánto orgullo que siente!
¡Está muy seguro de lo que hace!
¡Es la banda sonora del sácerdot en carne viva!
Mírenlo! Qué porte! Está muy convencido de que en su voz hay un fuerte poder de ayudar a la humanidad.
Expertos que estudiaron la música de Eduard constataron que toda su discografía continua es la banda sonora del sacerdot. En sus letras narra fragmentos de su vida, o recrea episodios clave en la consagración del sácerdot.
Por ejemplo, esta canción se llama "el sácerdot en el mercado de chucherías checheno, cuando quiso comprar mirra":
¡Cuánta solemnidad! ¡Qué importancia tiene para él lo que hace! ¡Está salvando al mundo en cada verbo que sale de sus fuertes labios!
Hoy en día Eduard es reconocido mundialmente, siendo un personaje popular adorado por los niños y los veteranos; un ser fantástico y admirado por todos:
Y sí, así lo queremos.
Eduard hoy en día sigue cantando su one hit wonder, una maravilla vocal-instrumental que siempre se mantendrá alojada en nuestro corazón: